Gorse: cuando la planta lo dice todo
Gorse: cuando la planta lo dice todo
Es apasionante el ver como la signatura, o el gesto de la planta, es decir su aspecto y su comportamiento en el entorno, nos ayudan a entender el efecto que la esencia floral tiene en quien la toma. En esto, tanto Jordi Cañellas como Julian Barnard y Mechthild han hecho importantísimos aportes. Todo se explica desde la perspectiva de la analogía, porque mente y naturaleza son la misma cosa, se manifiestan por las mismas geometrías y «Así como es arriba es abajo», aunque también «Como es fuera es dentro».
Quiero hacer algunas reflexiones libres sobre Gorse, la aulaga, planta que se distribuye generosamente por el norte de España, sobre todo en Galicia (Toxo). Como sabemos, la esencia floral sirve para, metafóricamente, «no tirar la toalla». Para navegar en la tormenta de la adversidad y evitar la claudicación.
El mensaje de la planta no puede ser más claro. Se trata de una especie pionera, luchadora, que crece en suelos áridos y castigados por el clima. De hecho, sus raíces tienen bacterias nitrificantes que fijan el nitrógeno atmosférico en tierra, mejorándola y haciéndola más fértil.
Las hojas no existen como tales, estando sustituidas por pinchos muy filosos semejantes a espadas, lo que le da a la planta un aspecto armado inconfundible.
Las flores, de un amarillo dorado, nos recuerdan su innegable simbolismo solar: fuerza, valentía, poder, orden creativo.
Scheffer comenta que «los antiguos celtas ya apreciaban mucho este arbusto espinoso que florece desde febrero hasta comienzos de abril. Veían en él el retrato del victorioso y joven héroe del sol, cuyas afiladas armas habían vencido al duro y helado gigante del invierno.»
Tomar Gorse es reconectar con ese oro solar líquido y sus virtudes, no rendirse al primer golpe y luchar, entendiendo que siempre podemos hacer algo para mejorar una situación adversa.