Larch: ¿Querer es poder?
Larch: ¿Querer es poder?
Por Ricardo Orozco
Larch representa el sentimiento-pensamiento comparativo de inferioridad. Va unido a la creencia distorsionada de “pieza defectuosa”, de incompetencia, incapacidad e inadecuación. Puede vivirse como rasgo de la personalidad, o como estado. En el primer caso hablamos de una presencia permanente del patrón que lleva a sentir, pensar y actuar de forma habitual de una determinada manera que nombramos como Larch.
Larch representa el sentimiento-pensamiento comparativo de inferioridad. Va unido a la creencia distorsionada de “pieza defectuosa”, de incompetencia, incapacidad e inadecuación. Puede vivirse como rasgo de la personalidad, o como estado. En el primer caso hablamos de una presencia permanente del patrón que lleva a sentir, pensar y actuar de forma habitual de una determinada manera que nombramos como Larch.
Por ejemplo, Mimulus y Centaury tienen rasgos de personalidad que incluyen Larch. Es decir, se sienten inferiores a los demás e incapaces. El primero actúa evitando con una estrategia de aislamiento activo las circunstancias para las que no se siente dotado (a veces casi todas) mientras que el segundo intenta supeditarse a personas fuertes que lo adopten y tutelen, ya que poseen un estilo de personalidad dependiente. Es decir, que no se puede ser Mimulus o Centaury , al menos en sus niveles más negativos, si no se es Larch.
También podemos encontrar Larch no como rasgo sino como estado, ante determinadas situaciones ocasionales, como afrontar una determinada prueba, después de un trauma, frente a un determinado tipo de personas, en un trastorno de ansiedad, en la depresión, y en un sinfín de vicisitudes.
Pero no se trata en este artículo de hacer un análisis exhaustivo de Larch, sino plantearnos la siguiente pregunta ¿Querer es poder?
Seguramente se ha abusado demasiado de afirmaciones como las siguientes: <<Tú puedes>> o <<Querer es poder>> o bien <<Si verdaderamente quieres algo, puedes conseguirlo>>. Aunque estas premisas puedan ser muy útiles, en muchos casos surgen de postulados demasiado agrimónicos y que por tanto, obvian una serie de procesos internos y pasos externos que llevan a la consecución de objetivos.
Un hombre de más de 50 años, como quien esto escribe, no puede ser futbolista del Fútbol Club Barcelona, por más que le guste el fútbol, viva cerca del campo y considere que en este momento es el mejor equipo del mundo. Incluso aunque lo desease con todo su corazón. No se trata de Larch, sino de un ejercicio de lógica elemental. Puede que este ejemplo sea demasiado exagerado, pero busca evidenciar que no todo el que dice <<no puedo>> debe tomar la esencia inmediatamente.
Puesto que todas las valoraciones picológicas son subjetivas, lo primero que debería plantearse el terapeuta ante un paciente con indicadores Larch es si el objetivo del que se trata es manejable, autorresponsabilizado, ecológico, concreto y positivo. Sólo si los cinco requisitos se cumplen, las flores pueden resultar de ayuda. El ejemplo del futbolista falla de entrada en los dos primeros puntos, por lo que obviamente no es asumible.
Por otra parte, la enorme mayoría de lectores no podría dictar una clase de física nuclear en una universidad. Esto no sólo es objetivo, sino que seguramente a los mismos lectores no les genera ningún conflicto porque ni se dedican a ello, ni les importa el no ser profesores universitarios de física.
Otro ejemplo: no sabemos si atraviesa por un estado Larch un estudiante que dice: <<No puedo aprobar el examen de literatura>> El terapeuta podría preguntar lo siguiente: << ¿Qué te lleva a pensar esto?>> <<Bueno, es que convocaron el examen hace un mes y me surgió la oportunidad de ir al Caribe gratis. La playa, ya sabe… No me lo pensé dos veces y naturalmente no me iba a llevar los libros. Volví ayer y no me voy a presentar. >> No, no se trata de un Larch. Simplemente de un chico inteligente que ha tomado una decisión ¡sin duda la mejor! y es coherente con ello. Larch es el joven que ha estado estudiando hasta dos días antes, tiene posibilidades de aprobar y ha decidido no presentarse, porque ve el aprobar como algo imposible. Seguramente si alguna ley o circunstancia mayor le obligase a ir superaría el examen. De hecho sus compañeros le han insistido en que se presente, pero no lo hará. Como vemos en este último caso, se trata de una valoración totalmente subjetiva y distorsionada que el estudiante hace sobre sí mismo. Muy posiblemente existe miedo a lo que representa el fracaso.
En el otro polo encontraríamos gente que se atreve a todo, aún sin tener la mínima preparación para ello. En este caso se trata de una sobrevaloración que puede resultar tan negativa como la infravaloración de Larch. Tal es el caso de muchos Vervain, que están convencidos de saberlo todo. Chicory y Heather, pueden sentirse “guiados” por alguna instancia superior, imaginada por su propia necesidad de sentirse especiales. Asismismo, Beech se sobrevalora en su narcisismo desestructurado y se estrella o no, dependiendo de una serie de factores externos . Cerato, temerario en su inconsciencia, se deja convencer por otros y se estrella al no valorar las consecuencias de sus actos. Así podemos entender la existencia de algunos “hiperterapeutas” que supuestamente saben de todo y se atreven con todo.
Mención aparte merecerían los individuos con dosis de Clematis, las cuales les impiden tener la autoconciencia y la ética suficiente para no extralimitarse en sus desempeños. Tradicionalmente serían arrastrados por otros o por las circunstancias.
La conclusión de todo lo descrito hasta aquí es que nunca podemos prescribir esencias por expresiones parciales sacadas de contexto como <<no puedo, si quiero puedo, etc.>>. Se impone siempre la recogida de más información, la clarificación, la valoración del lenguaje no verbal y en fin, todas las estrategias de escucha activa que marcan la diferencia entre dar/tomar Flores de Bach y la terapia floral de Bach, sin duda cosas muy diferentes.
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© 2011 Ricardo Orozco