¿Para qué necesitamos un buen diagnóstico diferencial?
¿Para qué necesitamos un buen diagnóstico diferencial?
Somos muchos los que en las últimas décadas nos hemos sentido atraídos por las Flores de Bach: terapeutas, usuarios, interesados en temas de crecimiento personal, naturópatas, sanitarios, psicólogos, etc. Incluso no son pocos los que han pasado con el tiempo de ser pacientes a terapeutas, animados por los resultados que han experimentado en sí mismos.
Somos muchos los que en las últimas décadas nos hemos sentido atraídos por las Flores de Bach: terapeutas, usuarios, interesados en temas de crecimiento personal, naturópatas, sanitarios, psicólogos, etc. Incluso no son pocos los que han pasado con el tiempo de ser pacientes a terapeutas, animados por los resultados que han experimentado en sí mismos.
Siempre para mí es importante diferenciar entre lo que es dar o tomar Flores de Bach y una terapia con Flores de Bach. En el segundo caso no hablamos de una actuación que puede ser más o menos aislada, sino de un proceso terapéutico: un acompañamiento en el cual existe un marco adecuado, objetivos, tomas y entrevistas pautadas, una adecuada relación terapeuta/cliente, etc. Es en este formato donde realmente se recogen buenos y duraderos resultados, lo que no quita que también puedan haber efectos muy buenos en intervenciones esporádicas o circunstanciales, como todos sabemos.
Cuando movidos por uno u otro interés empezamos a leer sobre las distintas esencias que forman el sistema de Bach, nos encontramos con 38 descripciones. Ciertamente muy escuetas si son las provenientes del propio Bach. También, al comprar un set floral y abrirlo, constatamos que consiste en 38 botellines individuales más otros dos de Rescate. Este hecho también contribuye al planteamiento de que existirán otros tantos territorios terapéuticos (o florales), distintos entre sí, que se corresponderán con unas determinadas descripciones de “para qué sirve cada Flor”. Siendo esta la idea, que casi todos quienes conocen poco a mucho de las Flores de Bach comparten… ¿cuál es entonces el problema?
Un tema, creo que fundamental, es que las descripciones que el Dr. Bach legara son demasiado cortas y estáticas. En ningún modo son una síntesis de lo que la esencia puede hacer a todo nivel, sino simplemente una pincelada. Esto se ha visto confirmado con el paso del tiempo, al desarrollarse muchas aplicaciones inimaginables en la época de Bach, como por ejemplo los usos tópicos.1 Sobre los retratos originales, somos muchos los autores que hemos ido aportando nuestra experiencia.
Sin embargo, existe otra circunstancia compleja para un buen manejo de la terapia floral, y debemos para ello volver al tema de los territorios florales. Los seres humanos somos un complejo territorio compartido, donde se amalgaman sentimientos, emociones, sensaciones corporales y pensamientos. Dicho de otra forma: todos nosotros somos un inmenso territorio compartido. Las Flores de Bach operan sobre ese terreno común.
Todo lo anterior determina que debamos realizar un pequeño esfuerzo por entender las Flores de Bach de una forma más dinámica y más interactiva. Abordando primeramente qué tienen en común, qué estructura comparten en el ser humano, para más adelante analizar qué las diferencia. Incluso podemos encontrar Flores que tengan más en común que aspectos diferenciales, como es el caso de Elm y Oak. Pero para realizar este trabajo, no podemos partir del estudio de la Flor como una abstracción, ya que una esencia floral es un catalizador de información ya presente en el interior de los seres vivientes. Un catalizador es un acelerador o facilitador que ayuda a que “algo” se produzca o manifieste
Las esencias elaboradas por el Dr. Bach son reconductores (catalizadores) de la información entre el alma y la personalidad. Además son excelentes agentes que ayudan a conocer y entender una serie de datos acerca de los propios sentimientos, pensamientos y pautas de conducta. Todo esto determina que en realidad debamos hablar más de personas que de flores, ya que son en ellas (las personas) donde se generan sentimientos y pensamientos que cristalizan en conductas, sensaciones somáticas y, cómo no, en enfermedades concretas.
Por ello, si hablamos de personas, tendremos que saber algo de cómo son sus emociones, patrones mentales, la evolución de la personalidad, el temperamento, etc. No quiere esto decir que los terapeutas florales deban ser psicólogos, sino gente abierta a interesarse y a aprender de la naturaleza humana propia y ajena. ¿De qué otra manera podrían si no ser empáticos y sintonizar con sus pacientes?
A mi modo de ver, el estudio de las Flores de Bach debe ir ligado al de la personalidad y sus territorios compartidos, para después realizar un adecuado diagnóstico. Para ello, propongo dos modelos:2
a) Modelo estático y disociado que parte de las Flores.
b) Modelo dinámico e integrativo que parte de la personalidad e integra las Flores.
En el modelo (a) Elm, Oak y Rock Water son 3 estructuras independientes entre sí.
En el modelo (b) se entienden las Flores desde la estructura obsesiva de la personalidad, donde los tres patrones tienen un territorio compartido, dado por determinados rasgos de la personalidad como: rigidez mental, el ser demasiado trabajadores y cumplidores, moralistas, perfeccionistas, demasiado serios, reprimidos, metódicos, ansiosos, con un claro sentimiento de culpabilidad e infracción permanente.
Sin embargo, los tres patrones evidencian territorios independientes: por ejemplo, Rock Water tiene que ver con una obsesividad puritana, más agresividad y represión sexual que Oak y Elm. Por otra parte, Elm es algo más vocacional que Oak y representa un modelo obsesivo más moderno, no tan exageradamente convencional como este último, más individualista y algo más abierto a otras cosas que no sean el trabajo.
2 Extractado de El Nuevo Manual del Diagnóstico Diferencial de las Flores de Bach. Ricardo Orozco. El Grano de Mostaza. Barcelona, 2011.