Honeysuckle: El limitante peso del pasado
Honeysuckle: El limitante peso del pasado
Artículo de Ricardo Orozco ©2014
Que somos un producto del pasado que a veces mira hacia el futuro, resulta una afirmación coherente para muchas personas.
Sin necesidad de llegar a un determinismo recalcitrante, no hay duda de que el pasado pesa lo suyo en cualquiera de nosotros. La educación recibida, los traumas vividos, los mandatos paternos, los apegos, los sistemas de creencias y las experiencias vitales constituyen causas que tienen su efecto en lo que actualmente somos.
Como quiera que Honeysuckle trata del excesivo peso del pasado, ya sea mental o emocional, el planteamiento terapéutico surge cuando nos preguntamos sobre la conveniencia de utilizarlo en los casos en los que el cliente busca modificar algo significativo de su conducta o necesita un cambio en la manera de procesar determinada información de su vida actual. Como proponía al principio del artículo ¿acaso nuestra forma de actuar, nuestra manera de pensar y sentir, no se basa en las vivencias del pasado? ¿Qué patrón negativo cronificado del presente no tiene sus raíces en el pasado?
Por ejemplo, la personalidad Oak posee un rígido sistema de creencias con raíces agarradas al pasado tan grandes y profundas como el propio roble. Se trata de un obsesivo que cree que <la vida es una lucha permanente en la que no se puede, ni debe, bajar la guardia> También que en el mundo existen dos tipos de personas: <Los decentes y los indecentes> Obviamente, él trata por todos los medios de alinearse con los decentes, cosa que debe demostrar continuamente, siendo un trabajador tenaz, serio, austero y honesto.
Toda esta estructura de personalidad lo convierte en su propio rehén del pasado, ya que las mencionadas creencias constituyeron su estilo de aprendizaje y, desde luego, Oak no puede ser un traidor a su linaje, a sus creencias… Si de alguna manera no subjetiviza el formidable peso mental del pasado, resulta muy improbable que pueda mejorar y salir de su estrés de rendimiento permanente y de su vida gris y monótona, ya que lo primero que pasará en una terapia es que, cuando sienta que ya no es <tan duro> como hasta el momento, se sentirá culpable y seguramente abandonará el tratamiento, probablemente alegando que tiene mucho trabajo.
Lo que nos está ofreciendo Honeysuckle, casi siempre con la ayuda de Walnut, es un apoyo nada desdeñable en multitud de tratamientos florales. Se lo podría considerar como un buen catalizador, ya que, al ayudarnos a dejar parte del lastre del pasado, aligera y predispone a encarar el presente con herramientas y recursos más versátiles y actuales, en cualquier caso a ser más libres y perceptivos a la información de las flores. Sin duda, esta flexibilidad acelera cualquier tratamiento.
Para poner algún otro ejemplo, imaginemos a alguien fuertemente resentido y frustrado (Willow) o, en su polo contrario, alguien crónicamente culpable (Pine). ¿Acaso el pasado no pesa demasiado para ellos?
Como mencionaba un poco más arriba, Walnut constituye un gran acompañante de Honeysuckle, ya que ayuda a cortar con viejas creencias y a protegernos de las influencias de los demás y, también, cómo no, de las opiniones, aunque estas estén introyectadas en nuestra mente y formen parte del sistema de creencias. Estas dos esencias sin duda actúan con una sinergia sorprendente, en la complicada tarea de ayudar a reorientar nuestra personalidad de una manera más acorde con el camino trazado por el alma.