Flores de Bach: Preguntas y respuestas
Flores de Bach: Preguntas y respuestas
Por Ricardo Orozco
Las Flores de Bach son el sustrato de un sistema terapéutico completo que emplea 38 esencias provenientes de 36 flores, un brote (Chestnut Bud), y agua solarizada (Rock Water). El sistema fue creado por el médico inglés Edward Bach (1886-1936) entre 1928 y 1935.
No. La terapia floral de Bach constituye una entidad diferenciada de las anteriores, con una filosofía y metodología y casuística específicas. La prueba de ello es que se realizan congresos específicos de Terapia Floral (como por ejemplo los realizados por SEDIBAC en Barcelona) y existe una bibliografía abundante y bien diferenciada.
La terapia floral de Bach puede encuadrarse dentro de las terapias naturales y, de entre ellas, las denominadas energéticas o vibracionales. Esto es, las que no actúan a través de un principio activo molecular.
Existe una experiencia de más de 80 años en su uso. El número de libros y publicaciones disponibles en la actualidad es muy abundante. Son tantos los miles de casos tratados con éxito que la cantidad de usuarios y terapeutas aumenta día a día.
Existen varios niveles de utilización de las esencias florales. En líneas generales la idea es mejorar el bienestar de las personas en cualquier circunstancia y situación. En un sentido espiritual, sirven para armonizar la conexión entre el concepto de Alma (o Yo Superior) y Personalidad, mayoritariamente a nivel intuitivo. Esto último se puede entender en términos de inteligencia emocional (ver Daniel Goleman), ya que las flores son en realidad catalizadores de las competencias de la mencionada inteligencia. También se utilizan para situaciones puntuales: exámenes, viajes, emergencias, sufrimiento emocional o físico, etc.
Podríamos hablar de un nivel profesional, que requiere una determinada capacitación destinada a incidir sobre patrones profundos de la personalidad. Este sería el caso del tratamiento de una persona tímida desde siempre, con mucha ansiedad y una conducta evitadora, lo que en terapia floral se denomina tipología Mimulus y en psicología contemporánea «personalidad evitadora». Es obvio que en el ejemplo citado estamos ante un seguimiento de larga duración en el que se requiere una capacitación especial. Poder realizar un buen encuadre terapéutico y otras destrezas que no da el autodidactismo.
También, como se anticipaba, son posibles otros usos tipo «botiquín doméstico», destinados al alivio de problemas que surgen en el seno del hogar. Otro dato interesante es que existen usos locales cotidianos muy eficaces: quemaduras, golpes, picaduras, etc.
Las Flores de Bach actúan sobre los cuatro planos básicos del ser: espiritual, mental, emocional y físico simultáneamente, por lo que se puede considerar no sólo como una terapia holística (holos en griego significa todo), sino un instrumento de crecimiento personal (autoconsciencia y autoconocimiento) excelente.
Otras aplicaciones muy apreciadas se dan en animales y plantas, donde los efectos son muy rápidos e incluso sorprendentes.
Resulta imposible enumerar todas las indicaciones de las flores, pero se puede afirmar que siempre tienen algo que aportar en todas las enfermedades y problemas
Debe quedar muy claro que el uso de las Flores de Bach no sustituye ninguna terapia que el cliente esté realizando y no reemplaza, ni lo pretende, el trabajo de los profesionales de la salud. Esto debe quedar reflejado por escrito en el formulario de «consentimiento informado», que todo terapeuta floral profesional debe dar a firmar a su cliente.
El Dr. Bach tenía una visión espiritualizada de la vida. Bach entiende la vida como una escuela y afirma que venimos a este mundo a aprender una o dos lecciones en particular. Para ello, el alma encarna en una determinada personalidad que en sí contiene los errores a superar y los potenciales a desarrollar. En este proceso hacia la perfección final, existen obstáculos que desvían nuestra personalidad (entendida ésta como la dualidad cuerpo/mente), de la dirección marcada por nuestra alma o Yo Superior, que sobre todo se comunica con la personalidad a través de la intuición. Estos obstáculos, que obstruyen la comunicación Yo Superior/Personalidad, vienen dados mayoritariamente por la influencia de otros,las pseudonecesidades, y sobre todo por los defectos de nuestra personalidad, mecanismos de defensa, etc., los cuales sería muy extenso enumerar.
Cuando la personalidad se aparta de los dictados del Yo Superior (alma), surge el conflicto, la disarmonía que dará pie a la enfermedad. La enfermedad para Bach no es física en su inicio, sino la cristalización de un proceso que se inició a un nivel más sutil en forma de conflicto alma/personalidad. La finalidad de la enfermedad es ayudarnos a corregir el error que está obstruyendo la correcta comunicación entre el Yo Superior y nuestra personalidad, en definitiva a ser más conscientes de nosotros mismos.
Bach también reconoce que en ocasiones la enfermedad puede ser la consecuencia de agresiones externas, accidentes o grandes excesos, pero que mayoritariamente el proceso es el anterior.
En realidad, esta toma de conciencia y rectificación que debería darse espontáneamente, generalmente no se produce ya que estamos bastante bloqueados por una serie de motivos: sociales, culturales, emocionales, conductuales, etc.
Bach sintió que debía crear una herramienta que nos facilitase la reconexión con nuestra alma, y para ello creó el sistema floral que lleva su nombre.
Todo el sistema floral está destinado a tratar los defectos de personalidad o circunstancias coyunturales que nos «desconectan» del contacto fluido con el Yo Superior, y por lo tanto generan el conflicto que puede originar la enfermedad, empeorarla o perpetuarla.
Se entiende así que las flores son algo más que una terapia: un instrumento de evolución espiritual y crecimiento personal.
Aunque este tema es utilizado por los detractores de las terapias naturales para descalificar prejuiciosamente las Flores de Bach, está confirmado que el Dr. Bach era un sensitivo en el sentido más amplio del término. Después de una brillante época científica como bacteriólogo, renunció a los métodos de laboratorio (1930), convirtiéndose él mismo en su propio laboratorio. En el descubrimiento y catalogación de las primeras doce esencias ocurrieron sincronismos muy significativos que le hacían fijar su atención en determinadas plantas (Weeks, 1993).
En las últimas 19, las de tercera generación, él mismo sentía el aspecto negativo que la flor corregía, hecho que lo catapultó a encontrar una planta o árbol cuyas flores tratasen el estado en cuestión. Por ejemplo, llega a Cherry Plum (prunus cerasifera) después de unos violentos dolores producidos por una sinusitis que lo llevan a sentir que iba a perder el control de su mente. Nora Weeks, su secretaria personal y socia, explica este hecho de forma accesible y clara en su obra: Los Descubrimientos del Dr. Edward Bach; Lidiun, Buenos Aires, 1993 y reeditado en 2007 por Indigo. Se trata de un libro de referencia para quienes quieran conocer aspectos biográficos del creador del sistema.
El método del Dr. Bach incluye dos procedimientos para la preparación de las esencias. En ambos se deben cortar las flores, ya que de lo contrario no puede considerarse que estén preparadas por el Método Bach: 1) Por exposición al sol en bol agua (solarización de 20 esencias) y 2) Por cocción (18 esencias). De esta forma se vehiculiza parte de la energía, o el código de información de la planta (representada mayoritariamente en la flor) en el agua. Como en el proceso de preparación hay varias diluciones, nosotros no ingerimos ningún principio molecular activo de la flor sino parte de su campo de información, en cierta forma el alma vegetal de la flor. El que unas flores se preparen por solarización y otras por cocción no parece relacionarse, como antaño se creía, por la época de floración ni la consistencia de las especies escogidas, sino por motivos energéticos y cronológicos. Estamos así ante un sistema dual. Los Doce Curadores y Los Siete Ayudantes se preparan por solarización y las 19 flores de última generación por cocción.
Un placebo es una sustancia inerte (sin efecto alguno) que se entrega en un contexto determinado, bajo la premisa que va a proporcionar un efecto beneficioso. En pocas palabras, el placebo es el efecto de la mente, singularmente poderoso. En todas las terapias, sean naturales o alopáticas, es esperable un cierto efecto placebo, más allá del de la sustancia que se ingiera
El placebo es el punto de referencia comparativo que los trabajos científicos utilizan para comprobar el efecto de una determinada sustancia que se quiera investigar. En las Flores de Bach, aunque todavía falta mucha investigación, existen algunos trabajos científicos donde se observaron efectos superiores a los del placebo. Puede consultarse por ejemplo Exploring the effectiveness of external use of Bach Flower Remedies on carpal tunnel syndrome: a pilot study. Journal of Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine, 22 (1), 18-24. Link: 10.1177/215658721561070 y también en www.gcbach.com
Seguramente en los próximos años se contará con más trabajo científico sobre las esencias florales. Uno de los argumentos más utilizados para defender el efecto de las Flores de Bach ha sido su rápido efecto en animales, plantas y bebés, donde el efecto placebo es más difícil de admitir, sobre todo si la reacción a las esencias es rápida.
Este es uno de los errores más frecuentes de documentación que se cometen. No estamos hablando de la flora británica al referirnos a las Flores de Bach. Algunas son netamente mediterráneas y para nada autóctonas del entorno en el que vivió Bach. Para entender esto sólo basta pensar en Olive (olivo), Vine (vid), Sweet Chestnut (castaño dulce), etc.
Otras proceden del Himalaya (Cerato) o de los Balcanes (Cherry Plum). Muchas crecen profusamente en España, como Chicory (achicoria), Vervain (verbena), Agrimony (agrimonia), Centaury (centaura) etc. Algunas, como la vid y el olivo, ni siquiera las preparó el propio Bach en Inglaterra o Gales, únicos países en los que se movió. En algún caso (Cerato) intentó sin éxito sustituir alguna flor exótica por una especie autóctona sin conseguirlo.
Se podría concluir diciendo que las 38 esencias están muy bien escogidas y conforman un sistema terapéutico completo. Podríamos hablar, de hecho, de una verdadera flora arquetípica, igual de eficaz en cualquier lugar del mundo.
No existen contraindicaciones de ningún tipo. De hecho es una terapia especialmente recomendable para embarazadas, ancianos y bebés.
No se han descrito efectos adversos, colaterales o secundarios, tal como se entienden en farmacología. En ocasiones se producen movilizaciones dentro del proceso terapéutico que pueden suponer una cierta incomodidad, generalmente resistencias inconscientes, que no deben confundirse con efectos adversos, secundarios o colaterales.
O simplemente puede que ayuden a contactar con las propias emociones reprimidas. En cualquier caso, las supuestas incomodidades que surjan son llevaderas con la prescripción de esencias del sistema y con la pericia y empatía del terapeuta.
No existen esencias peligrosas, incompatibles entre sí, contraindicadas, etc. Estas visiones, vienen exactamente de aplicar el paradigma farmacológico a las flores, cosa a todas luces equivocada. A menudo existen terapeutas poco formados que proyectan sus propios temores al proceso del cliente (proyección) y por ello temen, de forma autocentrada, «provocar movidas» en él. Esto no es así, si pensamos en que las esencias son catalizadores y gestoras inteligentes de las emociones y sentimientos. No existe una flor que «provoque odio, miedo, etc.» Las Flores de Bach, son absolutamente compatibles con cualquier otra terapia, tanto alopática como homeopática, hecho que las hace especialmente recomendables.Pero debe recordarse que no sustituyen ninguna otra terapia ni el terapeuta floral es un sanitario ni un técnico, sino un acompañante en un proceso que el cliente puede interrumpir en cualquier momento.
No es necesario estar enfermo para beneficiarse del efecto de las Flores de Bach. De los apartados anteriores se deduce que las flores siempre tienen algo que aportar en cualquier situación. Mucha gente acude a consulta desde diversas perspectivas y con diferentes expectativas. El terapeuta floral profesional no trata directamente enfermedades (no es un sanitario ni pretende serlo), sino que pone a disposición del cliente las Flores de Bach. La información contenida en ellas ayuda a encontrar los recursos interiores necesarios para mejorar en todos los órdenes de la existencia, ya que las flores son armonizadores de nuestros diferentes aspectos: mental, emocional, físico y espiritual.
Por otra parte es mucha la gente que a raíz de tomar las flores mejora su autoestima, adquiere más autoconciencia, se ve desde fuera como la ven los demás(metaposición), toma en resumen consciencia. Con ello mejora muchas de las competencias de la inteligencia emocional. A esto generalmente se le llama «crecimiento personal o espiritual».Otra manera de llamarlo es inteligencia emocional.En conclusión, la toma de las Flores de Bach siempre ofrece la posibilidad de una mejoría, esté uno enfermo o no. Las Flores de Bach son catalizadores de bienestar, tanto en personas sanas como enfermas.
Si miramos a nuestro alrededor constataremos que las flores se prescriben de forma muy diversa y no siempre rigurosa. La terapia floral es una terapia seria y no un simpático juego de sobremesa. Sin desmerecer otras formas de prescripción, muchos terapeutas apuestan por la entrevista personal hablada al entender que es la forma más fiable y ordenada y la que además incluye al cliente en su propio proceso. De esta manera, el efecto de las flores se suma al valor terapéutico de la entrevista en sí.
Para obtener los mejores resultados se requiere una cierta formación en técnicas de entrevista donde se practique la escucha activa, o al menos conocer algunos de los problemas más frecuentes que se dan en estas dinámicas (transferencia, contratransferencia, etc.)
Por otra parte, queda claro que donde realmente se desenvuelve óptimamente el proceso floral es dentro de un marco terapéutico adecuado, donde exista una relación terapeuta/cliente de calidad, donde se practique la escucha activa, se garantice la confidencialidad, exista sintonía, y todo ello se desarrolle dentro de un marco ético. En este sentido, los sistemas diagnósticos que generan desconfianza, o que no tienen en cuenta al cliente, no consiguen involucrar a éste último en el proceso terapéutico y lo sitúan frente a una especie de técnico que es «el que sabe», en un rol prácticamente idéntico al de la alopatía.
En la pregunta ¿Cómo se prescriben las esencias? ya quedó plasmada la importancia del marco y proceso terapéutico.
Entre terapeuta y cliente debe existir sintonía, paso previo para que se instale la confianza. El cliente debe percibir que el terapeuta es ético, serio, responsable, que no lo va a perjudicar.
Un buen terapeuta es ante todo un colaborador: alguien dispuesto a acompañar al cliente en un proceso elegido por él. Alguien que lo va a escuchar con interés y a aceptar como persona. Los terapeutas que no enfatizan su rol y son espontáneos y congruentes son los mejores. En pocas palabras, los empáticos, aquellos que piensan «con» el cliente y no «para» y «por» el cliente.
Es fundamental que el terapeuta esté técnicamente bien preparado. Desconfíe de aquellos que le digan que «prescriben las flores por intuición», que tienen «poderes especiales» o que le hacen promesas de sanación (esto no es ético ni admisible). La función del terapeuta floral no es sanar a nadie, sino acompañar en un proceso terapéutico catalizado por las Flores de Bach. El único responsable de sus emociones y de su salud es usted. Nunca un buen terapeuta profesional le sugerirá que no tome un fármaco o que lo sustituya por las esencias florales
Es muy importante asegurarse de que el terapeuta va a mantener la confidencialidad de la información que le transmite. Dude de los terapeutas que de entrada le cuentan «la historia de su vida», hablan más que usted y que no se interesan por los motivos que le traen a consulta. Si el terapeuta intenta imponerle soluciones, o lo que tiene que hacer al salir de allí (divorciarse, castigar a un hijo, etc.), no se engañe: ¡No es un buen terapeuta y no le conviene!
Un buen terapeuta sabe escuchar y no emite juicios sobre los que usted «debe» o «tiene que hacer». No impone su propio criterio, no lo amonesta o culpabiliza, sino que le ayuda a que sea usted mismo el que responda a sus propias preguntas. En pocas palabras siente respeto por usted y lo demuestra en cada actuación.
El tiempo de la sesión es un momento contratado por usted y para usted. Es una muy mala señal que el terapeuta que ha escogido use ese espacio para hablar por teléfono o resolver sus asuntos de agenda y domésticos.
Es muy importante que en la primera visita quede claro el encuadre terapéutico, esto es cada cuánto van a ser las visitas, el precio de las sesiones y las técnicas que pueden llegar a utilizarse, ya que a menudo los terapeutas florales practican otras terapias. ¡No se quede con dudas! A un buen terapeuta le interesa sintonizar con usted y sabe que una manera de hacerlo consiste en que pueda aclarar todas sus dudas.
Como es sabido, en la preparación de la tintura madre, los fabricantes diluyen el líquido obtenido (solarización o cocción) en otra parte idéntica de coñac. El botellín de stock que compramos para uso del terapeuta, contiene coñac (100 % o algo menos según el fabricante) y una pequeña cantidad de tintura madre: generalmente una gota por 10 ml de coñac.
El sentido de esto es la conservación de la energía vibracional de la flor. Más adelante, el terapeuta toma de este stock 2 ó 3 gotas por 30 ml de agua de cada una de las esencias prescritas. De manera que las esencias están acostumbradas a vivir sumergidas en coñac, que además proviene de la uva (VINE) y se añeja en cubas de roble (OAK), por lo que constituye un medio armónico para ellas, como en su día lo decidió el Dr. Bach.
A la hora de conservar la prescripción del paciente, hay que añadir un entre un 20 y 30% aproximadamente de coñac, dependiendo del clima.
La cantidad de alcohol que se ingiere es pues infinitesimal y no representa ninguna contraindicación para enfermos hepáticos o pacientes que tomen psicofármacos.
No obstante, otras formas muy utilizadas de conservar el preparado consisten en el uso de glicerina vegetal, vinagre biológico de sidra (manzana) y agua de mar de la utilizada para cocinar.
No hay un consenso unificado sobre el número de flores por prescripción. Un buen número puede ser 9, aunque en muchas ocasiones no son necesarias tantas. No es cierto que a más esencias menos efecto. Hay historias del propio Bach, donde se suman nueve esencias. Existe un punto individual de saturación que hace que un alto número de esencias den una información muy dispersa que no se puede decodificar al mismo tiempo. Pero esta cantidad puede variar de una persona a otra. Lo que sí es cierto es que un número grande de esencias en el tratamiento plantea un problema metodológico de seguimiento de los casos, ya que cuesta más saber qué esencias están trabajando en qué planos, o de cuáles se puede prescindir.
El tema es que existen situaciones en que un solo hecho ya nos remite a varias. Por ejemplo, un accidente del pasado muy traumático con una gran carga emocional donde el pánico jugó un papel importante y que nos martillea la mente continuamente.
Las flores serían: Star of Bethlehem como destraumatizante global. Como no es una flor muy específica, debe ser reforzada con Rock Rose para ayudar a gestionar el pánico incrustado en nuestro sistema energético. Honeysuckle trata el excesivo peso del pasado en todo sentido y White Chestnut para la reiteración mental del recuerdo.
Mucha gente cree que el número de tomas es siempre de 4 al día, pero esto sólo es válido para niños. Para adultos es lo mínimo. Muchos clientes no responden hasta que toman 6 u 8 dosis. En situaciones de extrema urgencia, la frecuencia de tomas puede ser de cada 5 segundos, hasta la mejora del cuadro. Por el contrario, existen algunos casos de personas especialmente sensibles a las flores que deben ingerir menos de 4 tomas al día, pero esto es bastante inusual.
En cualquier caso, la cantidad de gotas por toma es siempre de 4, y en esto sí que hay un consenso entre la mayoría de los autores, ya que está comprobado que lo que acelera los resultados no es la cantidad de producto ingerido por toma, sino la frecuencia en la administración de la prescripción.
No parece una buena idea que el cliente se administre las tomas según su propio criterio, ya que esto es partir de una base generalmente idealizada según la cual estamos siempre en una disposición intuitiva óptima. Pensemos que el ego, que en ocasiones arbitra resistencias a los cambios o a la información contenida en las esencias, puede muy bien decidir que no necesita las flores, olvidándose de tomarlas.
Para ciertos problemas «domésticos», sí. Por ejemplo, días en los que estamos nerviosos o irritables, cuando necesitamos adaptarnos a una nueva situación, agotamiento psíquico o físico, dolores diversos, en resumen hechos más o menos circunstanciales. Ahora bien, cuando hablamos de patrones profundos de la personalidad, nos estamos refiriendo a tratamientos largos y generalmente complicados, en los que obviamente se debe recurrir a un terapeuta profesional cualificado.
Es una pregunta difícil de contestar. Una cosa es el tratamiento de problemas coyunturales, como por ejemplo un examen, la mala adaptación a un cambio, una ruptura afectiva, etc. En estos casos, los tratamientos son cortos: desde semanas a pocos meses. Existen otras situaciones, en las que el tratamiento debe ayudar a mejorar patrones profundos de la personalidad.
En estas situaciones, la terapia puede prolongarse durante meses, aunque los resultados puedan verse ya en los primeros meses.Resulta una buena idea pactar un tiempo de tratamiento antes de hacer una primera evaluación. Este lapso, para temas de fondo, podría ser de unos 3 meses, aunque el espaciamiento de las visitas sea, por lo general, cada 3 semanas.
En cualquier caso es importante establecer unos objetivos terapéuticos hacia los que mirar, para evitar que la terapia vaya «a la deriva». La consecución de los objetivos marcará el final del tratamiento, pero es obvio que el cliente puede abandonar la terapia cuando lo crea conveniente.
De ningún modo. Los retratos florales trazados por el Dr. Bach y debidamente actualizados son plenamente vigentes. Las emociones primarias, los sentimientos humanos y los patrones mentales no han cambiado desde la época de Bach. Puede que algunos patrones se den en proporciones diferentes, pero esto también ocurre en las tan diversas culturas.
El sistema floral de Bach es completo y coherente en sí mismo. Cuando Bach preparó su última flor, Sweet Chestnut, al principio del verano de 1935, de alguna manera se dio cuenta de que el sistema estaba concluido. La prueba de ello es que vivió 14 meses más con una salud tan mala como había tenido hasta el momento, trabajando y dictando conferencias hasta un mes antes de su muerte, acaecida en noviembre de 1936.