¿El terapeuta nace o se hace?
¿El terapeuta nace o se hace?
Por Ricardo Orozco
Cuando empecé a trabajar con las Flores de Bach, y de eso hace mucho, creía, con toda mi buena fe que lo hacía bien. En aquella época no sabía qué era la Escucha Activa, ni el encuadre terapéutico; no sabía nada de ética profesional y desconocía el significado de la palabra empatía. Creía que con los conocimientos técnicos de las esencias y con mi título de Medicina era suficiente. Aunque el entusiasmo juvenil podía explicar, y acaso justificar, bastante de este ímpetu, cometí muchos de los errores que hoy serían impensables.
Estoy convencido de que el terapeuta no nace, sino que se hace. Si bien es cierto que existe gente con grandes cualidades innatas para ser un magnífico profesional y, ciertamente hay personas con una capacidad de sintonía y empatía sorprendentes, no lo es menos que uno puede, con toda su sinceridad y buena intención, seguir cometiendo los mismos errores infinitamente… y darse cuenta de ello en algún momento de su vida, o no darse cuenta jamás. ¡Uno puede estar sinceramente equivocado siempre! Pero lo más triste de todo esto, es que tal vez hubiera bastado un poco de información (y de formación) para que al menos no se cometiesen los errores más flagrantes. ¿Para qué hay que esperar años y años? Incluso quien, como decía antes, tiene cualidades innatas, puede aprender a canalizarlas de la manera más fructífera. ¡Todos, en algún momento necesitamos de la ayuda de otros terapeutas o formadores más experimentados! El aislamiento nunca es una buena vía de crecimiento. De aquí también la importancia de asistir a las supervisiones que ofrece SEDIBAC gratuitamente a sus socios profesionales.
Cuando miro hacia atrás me doy cuenta de los sinsabores y quebraderos de cabeza que me habría ahorrado, al mismo tiempo que pienso que podría haber sido mucho más útil a mis clientes.
El terapeuta no se hace exclusivamente en base al mecanismo error-rectificación cuando llega a su madurez, sino también, o en mayor medida, por una serie de conocimientos técnicos, teóricos y prácticos, sobre las técnicas de entrevista, gestión emocional y dinámicas de comunicación de lo más variadas.
¡No se engañe! El principal problema es el no saber que no se sabe. Por ello, la primera premisa es saber que no se sabe, admitirlo, y poner medios para aprender. Sin duda, al leer esta revista, ya está poniendo bastante de su parte.
Ya sé que todos estamos muy ocupados, y cuanto mayores nos hacemos peor es. También sé de la pereza que puede dar el empezar en algunos aspectos desde cero, pero lo que sí tengo claro es que no podemos pretender un reconocimiento profesional de la terapia floral si no nos comportamos como auténticos profesionales. Y eso siempre pasa por la formación continuada y por un esfuerzo sincero y objetivo por mejorar… y lo que es seguro es que eso jamás se consigue con el aislamiento o con la falsa creencia simplista de que haciendo un curso uno “ya es un profesional”.