¿Cómo supo el Dr. Bach para qué servía cada flor?
¿Cómo supo el Dr. Bach para qué servía cada flor?
Estamos ante un tema muy controvertido. Algunos sugieren que para determinar para qué sirve cada flor, Bach utilizó el método científico, como atestiguan las fichas que supuestamente hizo de centenares de plantas, buscándolas, observándolas y registrando datos de ellas. Esta hipótesis se ve reforzada por su trayectoria académica y científica y también por el cómo descartó algunas esencias que había preparado como el cupressus y el cotyledon, que probablemente no estuvieron a la altura de sus comprobaciones y expectativas.
Para otras personas fue un místico, un sensitivo, un sanador, a lo que sin duda contribuye la atenta lectura de sus obras y los testimonios de Nora Weeks, su colaboradora y biógrafa.
¿Pero cuál de estas dos aproximaciones es la correcta? En principio no es necesario suscribir ninguna, puesto que una no excluye a la otra, sino que, más a contrario, se complementan.
Es lógico pensar que, en este mundo tan aplanado como simplificado en el que vivimos, parezca necesario polarizar todo para entenderlo, como hacen los niños pequeños. Esto es, simplificar el mundo para hacerlo más manejable. Pero ciertamente, este mecanismo conspira contra la buena comprensión de las cosas y, en nuestro caso, para entender bien las Flores de Bach y la forma en la que su creador llegó a ellas.
A mi modo de ver Bach fue todo lo anterior, un científico muy reputado en su época y, como debe ser, curioso por naturaleza. Pero fue además un ser especial, un sensitivo altamente espiritualizado, capaz de acceder a una información oculta para la enorme mayoría de las personas.
Lamentablemente no existe un relato de cómo el Dr. Bach llegó a cada una de las 38 flores del sistema, pero tenemos el testimonio de algunas de ellas.
Parece como si lo externo (las plantas y su hábitat) resonaran al mismo tiempo con las vivencias internas. En muchos casos se producen sincronicidades muy significativas que se entrelazan para dar un mensaje. Simplificando, acontecimientos que para nada son una casualidad, y nos demuestran que interior y exterior son en realidad la misma cosa y están conectados, resuenan y pueden trasmitir un mensaje significativo para quien lo recibe. El psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) definió este fenómeno como sincronicidad.
Así, como vemos, se producirán sincronicidades en la vida de Bach que le llevarán, como mínimo, a las flores que se describen a continuación.
En Water Violet (1931), escribe Julian Barnard1 , que Bach estaba en un estado de especial recogimiento, y pensando además en una persona en concreto. En ese momento se fija en la planta, creciendo en un estanque y relaciona su vivencia interna con la planta.
Más adelante, una carta esclarecerá cómo llega a Gorse y Heather:
4, Brunswick Terrace, Cromer, Norfolk 17 de enero de 1934
«Estimado hermano, Éste fue el principio de nuestros Cuatro Ayudantes. Un día en que me sentía inquieto respecto al futuro, como supongo que a veces nos sucede a todos, mientras descansaba cerca de un camino de sirga, en Marlow-on-Thames, cuando me vino este mensaje. Un mensaje no sólo para mí, sino para todos los que se esfuerzan en ayudar. Lo anoté tal cual e instantáneamente advertí a mi lado un arbusto de Gorse en flor y pensé “¡Qué hermoso!”. No lo había visto antes, pero entonces se me representó la maravillosa visión de un paisaje de praderas cubiertas con el llameante arbusto. Éste fue el primero de nuestros Cuatro Ayudantes.
Me levanté y me dirigí directamente hacia una mujer que conocía, egocéntrica y extremadamente mundana, y le pregunté: “¿Cuál cree que es la vista más bonita del mundo? ¿Ha visto alguna vez algo que le haga pensar que es posible que exista un Dios?”. Y sin dudar lo más mínimo, me respondió: “Sí, las montañas cubiertas de Heather”. Y así fue como encontré el segundo de nuestros Ayudantes. Para muchas personas, naturalmente, esto no significaría nada, pero para ti sé que indica el modo en que funciona la Hermandad Blanca entre nosotros, no mediante milagros, no mediante apariciones, sino únicamente guiándonos, si estamos dispuestos a dejarnos guiar, por sucesos cotidianos.»2
Hay que decir que las descripciones de las 12 primeras esencias (Los 12 Curadores) se van modificando a medida que el equipo del Dr. Bach va atendiendo casos con ellas. Existe una evolución muy constatable. En las siguientes, Los 7 Ayudantes, la variación comentada es mínima.
Para las flores de Tercera Generación, es decir las últimas 19, sabemos que Bach pasa por los estados negativos que las mismas corrigen. Tengamos en cuenta que ha decidido ser su propio laboratorio, en el que continuamente se producen reacciones explosivas, de lo que su pésima salud en esta época es fiel testimonio. Esta última tanda será preparada en solo 5 meses (marzo a julio de 1935), algunos remedios en la misma semana. 3
En esta última generación floral, las descripciones de las esencias no sufrirán modificaciones, lo cual hace pensar que son descripciones en cierta (o en toda medida) canalizadas por el Dr. Bach, convertido en esta época en un gran sensitivo. Por otra parte, para algunas de ellas no existen siquiera antecedentes de usos fitoterápicos o ancestrales.
De estas últimas flores, conocemos las circunstancias que rodearon a la preparación de Cherry Plum y Red Chestnut.
Nora Weeks4 relata lo siguiente:
«Unos días antes había estado sufriendo una seria inflamación de los senos frontales, un dolor atormentador en los pómulos, y un dolor de cabeza enceguecedor y persistente. El dolor era tan intenso que se sentía desesperado, como si la vida ya no fuera posible sin pérdida de la razón. Sabía que estaba a punto de descubrir el remedio para este estado mental y una mañana temprano salió a recorrer los campos y los senderos buscándolo. Fue entonces cuando encontró un seto cubierto por las flores blancas de Cherry Plum, y cortó algunas de las ramitas florecidas, llevándolas a su casa (…) Las hirvió a fuego lento durante una hora. Cuando se hubo enfriado, coló el líquido, retiró este y tomó unas pocas gotas del remedio. Casi de inmediato cesó su agonía mental y junto con ella su dolor físico. A la mañana siguiente estaba totalmente curado.»
Finalmente, Chancellor5 describe el hallazgo de Red Chestnut, en un contexto tan dramático como en anterior:
«Pocos días antes de descubrir Red Chestnut, el doctor Bach sufrió un feo accidente con un hacha: sus allegados se sintieron muy ansiosos mientras se dedicaron, como primera medida, a restañar la sangre. Cuando se recuperó, el Dr. Bach dijo que había experimentado el estado mental del remedio que buscaría luego, un remedio que contrarrestara el temor de los demás. Añadió que nuestra ansiedad por él, aunque hicimos todo lo posible por ocultarla, no lo había ayudado para nada. Su sensibilidad era tanta que no podía evitar sentir y reaccionar ante nuestros sentimientos del momento; cualquier pensamiento de depresión, preocupación o temor en otra persona le causaba un dolor físico agudo.»
Creo, que si bien es apasionante hacer este seguimiento de las circunstancias que “dirigieron” al Dr. Bach en el hallazgo de las flores adecuadas para su sistema, es también muy importante constatar que su equipo comprobó su efecto atendiendo numerosos pacientes, aún en vida del doctor. Muchas décadas después, un gran número de usuarios y terapeutas seguimos constatando los efectos descritos y descubriendo aplicaciones nuevas.
1Barnard, Julian. Remedios Florales de Bach. Forma y Función. F.R.P. Inglaterra, 2008.
2 Bach, Edward. Obras Completas. Compil. Grecco, Juan B. y Jiménez. Buenos Aires, 2017.
3 Pueden consultarse muchos datos a este respecto en Nora Weeks: Los Descubrimientos del Dr. Edward Bach. Lidiun. Buenos Aires, 1993/ Indigo. Barcelona, 2007.
4 Weeks, Nora, Obra citada.
5Chancellor, Philip. Flores de Bach, Manual Ilustrado. Lidiun. Buenos Aires, 1992.